Viernes | 12 de Agosto de 2022
Desde el CAVD, queremos evidenciar algunas de las desigualdades de género que ponen a las mujeres en condiciones de inferioridad con respecto a los varones.
Un ejemplo de ello son las tareas domésticas, que generalmente, recaen en las mujeres siendo invisibilizadas como horas de trabajo. Sin embargo, cuando estas tareas son realizadas por una mujer ajena a la familia “trabajadora doméstica” son consideradas como trabajo remunerado. La mayoría de las mujeres nos ocupamos de las tareas domésticas de nuestro hogar, sin recibir por ello paga alguna. Además, muchas mujeres trabajan fuera del hogar, y esto se denomina “doble jornada de trabajo”.
Las responsabilidades familiares/domésticas, quedan en manos de las mujeres porque se consideran roles naturalmente asignados, es decir, que están biológicamente preparadas para ello, y por lo tanto, son más aptas para realizarlas en comparación con los hombres.
Las mujeres trabajan en promedio 16 hs. diarias, pero gran parte de su trabajo sigue sin valorarse, sin reconocerse y sin apreciarse, porque justamente una porción de su jornada laboral pertenece al trabajo doméstico que realizan en sus propios hogares.
Las tareas domésticas son variadas e invisibles, entre ellas se pueden enumerar:
Organizar el hogar
Planificar la economía
Armonizar las relaciones entre las personas de la familia
Criar a niños y niñas
Atender a personas mayores enfermas o con discapacidad
Comprar y cocinar alimentos
Hacer la limpieza, lavar, planchar, etc.
Ir a la reunión de padres del colegio
Cortar la leña
Cebar mate
Ir a la consulta médica con los niños/as
Sacar los animales del corral
Además de todo ello, las mujeres de hoy en día trabajamos fuera del hogar y, en algunos casos, participamos de tareas comunitarias, ya sea en el ámbito vecinal, en el ámbito de padres del colegio, de actividades deportivas de nuestros hijos e hijas, etc.
¿Qué efectos tiene esa distribución de actividades y roles sobre la vida de las mujeres y la de los varones?
En cada espacio las personas se vinculan, interactúan, disputan espacios de poder, aprenden y desarrollan diferentes capacidades: planificar, organizar, hablar ante otros/as, debatir cuestionar, tomar decisiones, etc. Es por ello que esta división coloca a las mujeres en espacios privados (el hogar) y a los hombres en espacios públicos (actividades fuera del hogar), limitando el desarrollo personal de las mujeres y el ejercicio de su ciudadanía. Además sobrecargando a las mujeres que actúan en ambos ámbitos, es decir que trabajan tanto fuera como dentro del hogar.
Es por todo ello que debemos reconocer a aquellas mujeres trabajadoras, que siguen siendo consideradas “amas de casa” cuando en realidad deben considerarse Trabajadoras Domésticas, y también a aquellas que realizan doble jornada laboral, encargándose de todas las responsabilidades domésticas al llegar de su jornada de trabajo fuera de su hogar y continuar su labor (no remunerada, ni reconocida) dentro de su hogar.
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